martes, 15 de abril de 2008

Perfil(ándome) II: Como Jo March

Se me aparece Jo March, encorvada sobre el escritorio en el ático, absorta en sus historias, con los dedos manchados de tinta y el gorro “de escribir” puesto, rascándose la cabeza con la parte de atrás de la pluma mientras piensa. Yo quería ser como Jo, lo quise durante mucho tiempo. Siempre tenía un cuaderno encima, pero a diferencia de los de ella, los míos se llenaban casi por completo de dibujos y no de palabras. Me gusta pensar que a mi manera, yo contaba historias también. Tal vez porque Mujercitas fue uno de los primeros libros “todo de palabras” que leí, Jo March, la heroína de Luisa May Alcott, fue quien me hizo tomar verdadera conciencia de que hay una mano detrás de los libros que leía, algo que hasta ese momento no había tenido en cuenta. Y con esa conciencia llegó mi declaración cada vez que alguna tía vieja con labios pintados de rojo furioso preguntaba qué quería ser cuando fuera grande: “Escritora” contestaba yo, segurísima. Claro que era chica, y en no mucho tiempo y a medida que iba descubriendo la existencia de otras profesiones, esa declaración se terminó convirtiendo en una lista interminable de cosas que quería ser: escritora, sí; y también médica, veterinaria, dibujante, criadora de caballos, pintora y no me acuerdo cuántas cosas más... Y así, mi intención de convertirme en Jo March y escribir novelas a la luz de una vela en un ático destartalado, fue quedando lentamente enterrada, al punto de que cualquier trabajo escolar que implicara sentarse con lapicera en mano a llenar alguna que otra hoja, me resultaba una completa molestia. Pasó un buen tiempo así. Es probable que el hecho de que esos trabajos que me veía obligada a hacer fueran, justamente, obligatorios, y que rondaran temas que no suscitaban el más mínimo interés en mí, haya contribuido a mi rechazo hacia la escritura. Sin embargo, hacia los últimos años de la secundaria, el panorama empezó a cambiar. Para mí, la escuela representaba el único motivo que me llevaba a escribir, pero tuve suerte de cruzarme con un par de profesores de Literatura con propuestas distintas y con una admirable pasión por su trabajo, que mediante las tareas literarias que nos encargaban, comenzaron a transformar la concepción que tenía de mí misma como productora de textos. Si bien todavía me costaba desarrollar mis ideas, una vez que tenía en mis manos el producto terminado, experimentaba una satisfacción que hasta ese momento me había resultado extraña. Al mismo tiempo, empezaron a surgir nuevos intereses para mí que llevaron de alguna forma a que el mundo que yo conocía se expandiera. Era como si de repente hubiera infinidad de cosas para ver y escuchar y leer, y no podía aguantarme las ganas de contarle a todo el mundo sobre lo que esas cosa generaban en mí. Ahí fue donde pegué el volantazo: esa necesidad incontenible, hizo que, casi de la noche a la mañana, comenzara a hacer un hábito de volcar todo eso que pensaba en el papel. O en la pantalla, mejor dicho. Porque para alguien que quiere decir cosas, la posibilidad de ser leído es irresistible, y qué medio más al alcance de la mano que Internet para conseguirlo. En definitiva creo que era de esperarse que gustándome la lectura como me gusta, terminara queriendo ver cómo es todo desde el otro lado del papel, al menos para probar. Algunas cosas fueron cambiando. Ya no sé si quiero, como cuando era chiquita, escribir historias, pero sí se que quiero escribir. Hoy mis cuadernos todavía tienen dibujos, pero también tienen muchas palabras.

1 comentario:

Paz dijo...

En realidad, estoy sin tiempo pero no podía no comentar sobre este texto especialmente.
Mujercitas, fue tmb mi primer libro "todo de palabras" como lo definiste vos.. claro que antes tuve una versión grande de mi mamá con unos dibujos clásicos... Me acuerdo cuando a los 5 o 6 años jugaba sola a interpretarlo y lo representaba delante de mi familia cuando comíamos. Dios, no concibo a dónde se me iba la vergüenza.
Ahora me acuerdo de mis primeros diarios... y de las veces que buscaba escribir historias y cuentos como Jo, pero no me salía y tachaba y tachaba...
Sino me equivoco, Mujercitas fue el primer libro que me hizo llorar, con lágrimas pesadas eh? sollozando y todo.
Ese fue el momento en que para mí los libros dejaron de ser "una cosa".

Seguiría hablando de esto, se me removieron emociones y recuerdos que creía no tener... así que mejor me marcho a seguir leyendo que sino mañana no voy a ser útil para nadie.

ah, una pregunta que seguro me podés responder: es buena Yellow submarine? la estoy bajando porque estoy viendo vanguardismos en la facu y obvio apareció como parte del pop art...