lunes, 26 de mayo de 2008

Notas sobre “El héroe de las mil caras: Psicoanálisis del mito” de Joseph Campbell

El mito a través del sueño y del psicoanálisis
  • Campbell expone la relación mito-sueño. Afirma que el mito tiene la función de suplir los símbolos que permiten al hombre avanzar, compensando las fantasías que lo atan al pasado; de ayudarlo a través de las transiciones de una etapa a otra.
  • Estos símbolos no pueden ser suprimidos de la psique del hombre de ningún modo, y son además, universales y comunes en todas las culturas, en todos los tiempos. Esta es una de las claves del mito: es posible extraer de toda leyenda, cuento tradicional o de hadas, un esquema común para todos ellos; al igual que los símbolos, en los cuales justamente, las mitologías se apoyan, que son comunes para todos los hombres.
  • Utiliza argumentos propios del psicoanálisis para apoyar sus afirmaciones y traza paralelismos entre ciertos rituales y los pasos que se siguen en las sesiones de psicoanálisis. La idea es que estos ritos y sus símbolos y formas, provienen de la misma psiquis del hombre, son los mismos que se le presenta a este en los sueños.
  • Desarrolla particularmente los rituales de tipo iniciático, justamente por lo explicado anteriormente, y porque en estos casos se hace evidente más que nunca cómo son necesarios para determinadas culturas para poder concretar el paso de un estado a otro, como en sucede en el ejemplo citado sobre ciertas tribus aborígenes de Australia, donde el niño es circuncidado y marca así su separación de la madre y es integrado al grupo de los hombres.

El héroe y el viaje

  • Campbell afirma que la aventura mitológica del héroe puede ser resumida en una fórmula: separación-iniciación-retorno. Este parte de un lugar conocido y cotidiano hacia otro que representa totalmente lo opuesto, donde tendrá que atravesar pruebas, regresando victorioso a compartir aquello que ha adquirido. Ejemplos contundentes de la validez de este esquema, son las grandes narraciones relacionadas con la religión.
  • El viaje, la separación de eso que está naturalizado en el individuo, es imprescindible. Lo realmente creador, afirma Campbell, nace en una especie de muerte respecto del mundo, durante un período de inexistencia del héroe.

El mito en el tiempo

  • Finalmente, Campbell habla de lo que sucede a un mito a lo largo del tiempo. Ciertas imágenes pierden validez, y son modificadas. Ciertos temas deben ser reinterpretados y a veces es necesario recurrir a explicaciones secundarias para que sea posible entenderlos. Se corre el peligro de que a la luz de los avances científicos, los mitos sean interpretados con una lógica científica también, quitándoles todo su valor y convirtiéndolos en obsoletos. La solución estaría en un cambio en el análisis: lo que el individuo debe buscar en un mito, no son “aplicaciones a asuntos modernos, sino huellas iluminantes de un pasado inspirado”.
    Habla también, de cómo los mitos y los cuentos de hadas pierden vigencia en la modernidad, de cómo su función es distorsionada. Atribuye la culpa a que se ignora y mal interpreta: lo que en realidad expresan las mitologías es la trascendencia de la tragedia del hombre. Va más allá de los meros hechos que narra.

La idea principal, entonces, que se extrae del texto, es que todo mito o leyenda, responda a un diseño que encontraremos indefectiblemente en todos ellos, el cual es válido universalmente. Esto puede tener dos consecuencias: por un lado, al responder a un patrón que todos conocemos, ya sea porque son historias que escuchamos desde la infancia o porque se componen de símbolos presentes en nuestro inconsciente, hace posible que todos puedan comprender el mito.

Por otro lado, siendo esta la perspectiva con la que me siento identificada, produce que esas historias suenen a cliche, que no nos detengamos a pensarlas más que como cuentos de chicos. A la luz de las circunstancias en las que se vive en la actualidad, de otras narraciones (Campbell mismo, utilizando Ana Karenina de Tolstoi, habla de cómo la novela moderna es en cierta forma el mito modificado, que de otra manera carecería de interés para la sociedad moderna), de la gigantesca cantidad de información disponible, de los conocimientos científicos, etc. las historias mitológicas nos parecen inofensivas e inocentes.

El ver para creer domina nuestras formas de pensar como seres occidentales racionales, y esto sumado a lo distantes que resultan las mitologías, temporal y espacialmente, sus personajes sobrenaturales; en fin, casi todos sus elementos, las convierten en obsoletas, las reducen a meros cuentos fantásticos.

Sin embargo, si logramos despegarnos de esos preconceptos, si hacemos como propone Campbell, y buscamos las huellas iluminadoras, es innegable que al menos ciertos elementos son completamente válidos.

¿O puede alguien, por ejemplo, negar lo poderoso del viaje como experiencia de cambio? ¿No se siente cualquiera que emprende una travesía, una odisea, hacia otras regiones, un poco como un héroe mitógico que desafía sus posibilidades e intenta aprender, evolucionar en alguien mejor?

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