viernes, 23 de mayo de 2008

De guitarras y piyamas

No es novedad que muchas veces lo muy bueno, lo original, está bastante escondido, debajo de una considerable cantidad de porquería; y que todo lo que se necesita, es escarbar un poco. En la superficie un rock(anrolenen)* barato inunda las bateas de las disquerías en lo que a novedades se refiere; por donde se mire, acá, allá y ahí también, más de lo mismo.
Sin embargo, hay todo un escenario alternativo, menos rockero, más indefinible, aunque algunos lo denominan nuevo folk, más que interesante rodando bajo el mainstream. Sin embargo, permanece como un asunto para pocos, quizá porque la propuesta no ha prendido en otros públicos, o quizá porque así lo prefieren algunos, temerosos de que la masividad arruine algo que promete.

Todo esto nos lleva al hombre en cuestión. Y bueno, después de escuchar mil veces nombrar a alguien, ya va siendo hora de que lo conozcas, y por eso la cita que ya no se podía postergar más, quedó fijada para el viernes a las 00:00 en el Centro Cultural de la Cooperación, para conocer al fin a Guillermo Alonso, a.k.a. Coiffeur, y uno de los exponentes del circuito musical under que tan fructífero viene siendo en este último tiempo. El muchacho del Oeste bonaerense cuenta ya con dos discos en su haber, Primer Corte, editado en el 2005, y No Es, del 2007, los dos producidos muy a pulmón.

Después de nuevas idas y venidas para conseguir entradas (parece que para mí, si no es con complicaciones varias de por medio, no vale), finalmente ingresamos en el auditorio, en el que, completo como estaba, no entrarían más de 5o personas. Nunca había estado en un lugar así, el escenario ocupa una buena porción de ambiente, y hay solamente 3 filas de asientos, que son en realidad sillas con sus mesitas, y que dan la posibilidad de, sin sacrificar ni un gramo de la acústica privilegiada de un teatro, tomarse una cerveza mientras se escucha buena música . Y cuando me dí cuenta de eso, ahí sí dije, mejor imposible.

Casi sin avisar, el chico flaco sale a escena y se ubica en la silla que hay en el medio del escenario, rodeada en el piso por CDs y bowls de plástico de colores dados vuelta que juegan con las luces también de colores que hay en el techo. Silencioso, toma la guitarra y arranca.
Deliciosamente minimalista, se trata nada más que de él, su voz y su guitarra; nada más ni nada menos, porque evidentemente se conocen mutuamente más que bien, y por eso se potencian hasta las nubes. Desde el primer acorde va a ser una montaña rusa de matices articuladas desde la voz y los dedos, suave y sutil a veces, soñadora y vaga, poderosísima e intensa de a ráfagas. Alonso controla a voluntad tanto a las cuerdas de la guitarra como a las vocales, y eso que está haciendo ahora, hasta parece fácil.
Pienso, mientras bajo un trago de cerveza que No Es, el disco, es precioso, pero que nada se compara con la visceralidad que uno puede sentir emanarse en un buen vivo.

El repertorio intercalará temas del disco debut con otros de No Es, lo cuales son los que mejor recepción encontrarán en medio de un público muy BAFICI. También habrá lugar para algunos covers, testimonio de la desprejuiciada apertura musical (y mental) de Coiffeur, que le pondrá la voz tanto a un tema de Brian Eno como a otro de ¡Marcela Morelo!, que muchos recibimos con sorpresa (y algo de alivio, como si nos acabaran de autorizar a que dejemos de hacer como que no conocemos esa canción).

Hay algo de contradictorio entre la forma de hablar de Alonso entre canción y canción, demasiado bajito, casi susurrando, y el desparpajo y la intensidad con que rasguea la guitarra en canciones como "Qué mala suerte" o "Parece". No mira casi nunca al público, pero está vestido con un piyama y descalzo como si nada. Parece introvertido, pero cada vez que abre la boca para cantar, expone ahí afuera algo que claramente viene de bien adentro. La intimidad se extiende en cada rincón de la sala, la proximidad entre él y el público, que escucha con total atención cada palabra, es irreductible. De ahí salga tal vez la timidez, para compensar la vulnerabilidad en la que lo dejan sus canciones.

Había llegado esa noche al CC de la Cooperación arrastrando una semana complicada y con el ánimo por el piso. Para las 2 y pico de la mañana, cuando dejé el lugar, mi humor no podría haber sido mejor. Una vez más, puedo dar fe de lo sanador de la música.



Para escuchar un poco de este muy recomendable muchacho: http://www.myspace.com/noescoiffeur





* término acuñado por Diego Capusotto, el cual he adoptado e integrado a mi vocabulario de todos los días, y al cual a esta altura, por más que quiera, no puedo eliminar, básicamente porque, desde donde yo lo veo, no tiene sinónimos.

No hay comentarios: